Agradecemos en lo que valen las frases encomiásticas que nos dedica en su último número El Baix Panadés, periódico de Vendrell. Repetidas pruebas tenemos dadas de nuestro cariño por la simpática villa del campo tarraconense y en esta casa hay sangre que siente con efusión el amor de hijo de aquella tierra; pero nuestra actitud en el caso presente no tiene otro mérito que el de defender una causa justa como la que más lo sea.
Según
nuestras noticias, nuestro artículo “El caso Vendrell” ha dado sus frutos. Se nos dice que el señor Schwartz, gobernador civil
de Tarragona, abriga el propósito -si es que no lo ha realizado ya-, de pasar orden a todos los alcaldes de los
pueblos de aquella provincia, para que por medio de pregón hagan saber a sus
respectivos vecindarios el perfecto estado sanitario de la villa de Vendrell,
conforme a la declaración oficial de hace ya bastantes semanas. Y parece que,
además, el señor Schwartz, a fin de que resulte completa su actuación
gubernativa, acaricia la idea de encargar a todas las autoridades locales de la
provincia de su mando, ejerzan estrecha vigilancia en el sentido de evitar que
nadie haga circular especies atentatorias a los intereses morales y materiales
de dicha población, comunicándolas para que, sin consideración de ninguna clase,
hagan la correspondiente denuncia al objeto de perseguir y aplicar el trato que
le que corresponda a aquel que vulnere el referido precepto legal.
A
juzgar por la información que poseemos, cabe afirmar que recaen fundadas sospechas
en cierto vecino del pueblo de Bellvey, quien, valiéndose de su influencia
personal sobre aquellos sencillos habitantes, viene laborando perniciosamente,
con manifiesta mala fe, en descrédito de Vendrell, siendo el móvil un bastardo
lucro especulativo combinado con su individual porvenir. Aquí todo se sabe, y
tal vez muy en breve podamos ser más explícitos de lo que lo somos hoy,
presentando a la vergüenza pública el nombre de ese desahogado.
Claro
que nos acreditaríamos de excesivamente cándidos si diéramos demasiada importancia
al pensamiento que trata de poner en práctica el gobernador civil de Tarragona.
No confiamos gran cosa en el éxito de su plan. Pero cúmplenos tributar un
caluroso aplauso al señor Schwartz aunque no sea más que en desquite de nuestras
pasadas censuras y en atención al espíritu de justicia que su rasgo denota;
tenga por seguro el gobernador civil de Tarragona que, obrando de esta manera
merecerá plácemes de todo el mundo.
Por
la misma naturaleza del asunto, no es cosa muy fácil de llevar a flote el pleito
que tanto interesa a Vendrell, créanos El Baix Panadés y estén seguros
de ello los vendrellenses todos; pero es indudable que empleando actividad se
puede conseguir mucho en beneficio de la villa. No pierdan de vista aquellos
nobles vecinos que su mercado semanal se ve my codiciado, y así como no se
pueden hacer buenas tortilla con huevos podridos, tampoco se puede prosperar
nada durmiendo: el sueño es la condición más próxima a la muerte; el mundo y la vida es de los que andan y
vigilan.
Por
lo tanto, no deben los vendrellenses poner confianza ciega, ni mucho menos en
las disposiciones de las autoridades, cuya eficacia no siempre es satisfactoria,
hay cada “vivo” en aquella comarca que, en materia de burlar las leyes da cinco
y raya al más pintado, y sabido es que por allí los caciquillos de la calidad
más cínica retoñan con la misma facilidad que las cañas”;
El Baix Panadés afirma que la población va
mejorando por momentos económicamente. No tenemos empeño en sostener lo
contrario, per sí debemos observar amistosamente al referido periódico que de
los resignados y mansos es la gloria de los cielos, y aquí lo que se busca
honradamente es la gloria y provecho terrenal para Vendrell.
No
se duerman cándidamente, pues, los vendrellenses en las pajas y empiecen una
actuación viril en defensa de los intereses de la población. Se lo aconseja con
el mayor desinterés una voz amiga que conoce bajos intentos de algún secretario
camaleón de la política comarcal y nada perderán en atender nuestra recomendación.
Al efecto, y aunque no sea más que para el fin concreto que se persigue ahora,
debe desaparecer entre ellos toda diferencia política y religiosa y
solidariamente prepararse a luchar por su mercado, envidia de quienes sueñan en
querérselo arrebatar.
No
es esta la ocasión más oportuna para dirimir cuestiones políticas, y tengan
presente los vendrellenses que es propio de hembras, no de hombres fuertes,
mantener tozudamente enconos y pasioncillas; ábrase a ello un paréntesis y
pongan aquellos vecinos sólo atención en que su pueblo corre un serio peligro.
El desarrollo y prosperidad de la villa está amenazado y es deber de todos sus
hijos defenderla, a mordiscos, si fuera preciso. Déjense las diferencias de
partido para más adelante, pues entorpecerían el éxito de lo que es interés
común y el resultado sería tremendo para todos.
No
olviden los vendrellenses que atraviesan un momento de positivas responsabilidades
para el porvenir de su tierra y de sus hijos; no pierdan de vista que si se
dejaran atropellar por los profesionales del engaño, de la envidia y de la
infamia serían indignos y cobardes, mereciendo, por tanto, el desprecio de los
hombres de corazón. Los pueblos débiles afeminados, se hallan siempre prontos a
desaparecer, fíjense en ello los hijos de Vendrell, mientras que aquellos que
emplean sus energías para una resuelta defensa de sus derechos, no sólo
obtienen los beneficios lógicos del triunfo sino que ganan la admiración y el cariño
de toda la gente.
Para
ello, cuentan siempre con La Publicidad.
Article escrit per Andreu Nin el 26 de
desembre de 1911 i publicat al diari »La Publicidad »
Aquest post d’avui és més llarg del que
habitualment posem al blog i també requereix una explicació més extensa del que
fem habitualment.
L’escrit és l’últim, d’una sèrie que Nin va
escriure a La Publicidad amb motiu dels fets que es produïren al
Vendrell un cop acabada l’epidèmia del còlera. Pel que sembla, passat el tràngol
epidèmic, es muntà des de les poblacions del voltant del Vendrell, una campanya
alarmista sobre les condicions sanitàries dels productes que es venien al
mercat de la població; aquesta campanya sembla que fou iniciada pel metge de la
veïna població de Bellevei. Aquests son els fets que denuncia l’escrit d’Andreu
Nin en aquesta campanya periodística que anomenà “El Caso Vendrell”.
Un escrit amb el seu estil més particular i amb una
frase que ens permet identificar-lo, malgrat que l’escrit no estigui firmat,
quan parla de que “en esta casa (La Publicidad) hay sangre que siente con
efusión el amor de hijo de aquella tierra” . Aquesta sang no es altra que la d’Andreu Nin,
el mateix que escriu l’article i tanmateix, també ens demostra que l’any 1911
Nin ja era un col·laborador habitual de La Publicidad ; molt abans del
que fins ara es creia. Avui podem dir que, a patir de 1911, Nin col·labora de
manera habitual com a redactor de El Poble Català i de La Publicidad
de manera simultània.
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