Si Francisco Ferrer Guardia, fusilado en Montjuic, debe ser o no enaltecido como propongo, eso ya se ha discutido, aportando al debate su opinión contraria al enaltecimiento del que fue víctima de los odios reaccionarios y de la cobardía general en 1909 de ilustres políticos y pedagogos. Después de la sentencia, moralmente reivindicada, del Consejo Supremo de Guerra, se impone la revisión del proceso Ferrer. De la revisión se mostró partidario en el Congreso don Melquiades Álvarez que no tuvo, ciertamente, para la labor pedagógica de Ferrer, ditirambos, solo condenaciones.
Todos los elementos izquierdistas
coincidimos en la necesidad de la revisión del proceso Ferrer. Pero, ¿acaso fue
Ferrer la primera víctima en Barcelona, del odio reaccionario y de la cobardía
colectiva? ¿No entraña un olvido lamentable e injusto de otros hombres, quizá o
sin quizá, moralmente más inocentes que Ferrer Guardia y que víctimas del
aplanamiento del espíritu liberal barcelonés, fueron también fusilados en los
fosos de Montjuic, sufriendo antes, algunos tremendos padecimientos?
Está bien que se pida la revisión del
proceso Ferrer, pero antes hay que demandar, hay que exigir la revisión del
proceso de Montjuic. Los que ahora claman contra el desprestigio de España en
el extranjero, por la campaña de los elementos liberales contra la represión maurista
en 1909, diciendo que la Europa consciente ha renovado la leyenda de los
martirios olvidan, sin duda, que el origen de eso que ellos llaman leyenda, que
desgraciadamente no lo es, de la barbarie española, no reside en la represión
maurista, sino que nació cuando el tristemente célebre proceso incoado a
consecuencia de la explosión de bombas en la calle de Cambios Viejos.
El dictamen emitido por el ilustre
doctor Giné y Partagás acerca del estado en que se hallaban Francisco Callís al
salir de Montjuic, hizo evocar a la Europa consciente las escenas relatadas por Mirabeau en El
jardín de los suplicios. Y la revisión de ese hecho monstruoso fue
demandada por Moret, por Junoy, por Pedro Corominas, por Dionisio Pérez y por
muchas otras ilustres personalidades de una muy contraria filiación política.
Ya nadie habla hoy de la revisión del
proceso de Montjuic. Los que explotaron este proceso como plataforma electoral,
lo han dado al olvido y pretenden explotar ahora la revisión del proceso
Ferrer. Hay audacia y hay desvergüenza en el intento. Pedir la revisión del
proceso Ferrer, los hombres de un partido que han proclamado su solidaridad con
los mismos que, aunque inconsistente, dieron una base de prueba para incoar el
proceso, con sus declaraciones llenas de cobardía y de pobreza de espíritu, entraña
un gran cinismo. Un partido que no expulsa de su seno, haciendo una declaración
solemne y pública de condenación y de desprecio, a los individuos que
declararon contra Ferrer, no tiene derecho a pedir la revisión del proceso. Por
eso los que van viendo claro, se separan del jefe que ha cubierto con el manto
de la impunidad a los delatores de Ferrer. Esta es la verdadera causa de la
anarquía que va minando la existencia del partido lerrouxista.
Article escrit
per Andreu Nin el dia 19 de juliol del 1914.
La tremenda repressió
que s’originà després dels fets de la Setmana Tràgica -quin símbol en fou l’afusellament
de Francesc Ferrer Guàrdia- va ser denunciada per l’esquerra de tot Europa i també
la catalana. Però, el pas del temps i les resistències del govern conservador,
feren que aquestes denuncies anessin perdent força. Nin, cinc anys després
encara manté en aquest article la necessitat de revisar la sentència de Ferrer
i la de tots els implicats en el que s’anomenà procés de Montjuic. La seva
denuncia va també dirigida a Lerroux i tots aquells lerrouxistes que només van
posicionar-se contra el procés de manera formal i que fins i tot col·laboraren en
afavorir la repressió.
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