DIA DE MODA EN EL TEATRO.

 

¡Tentado anduvo el cronista en rotular Mal educados! este “Palique”, pero el afán de suavizar el concepto le hizo desistir y abandonó la crudeza del epígrafe.

Estos martes o viernes de moda de los teatros tienen mucha miga. Sube el precio de localidades y cabe suponer que en tales días se dará algo excepcional, escogido. El espectador ingenuo que frecuenta el teatro sin percatarse de indumentarias, empieza por aburrirse ante el retraso en levantar el telón. En días de moda la función da comienzo cuando al público se le antoja acudir y se le antoja hacerlo tarde. Menos mal que apenas iniciado el espectáculo van llegando los remolones muy acicalados y nada silenciosos para que la obra -no siendo lírica- se convierta en gesticulación de mímicos. Charlas, risas, saludos, pisar fuerte y sombras que pasan, cruzan y se mueven con aturdidores mareos.

Las salas, pasillos y patios constituyen lugares de cita para charlas y flirteos. La obra es lo de menos y el concurrente interesado menos aún. Si atendéis -y aun que no atendáis, - os llegan donosas pláticas. Cotizaciones, proyectos veraniegos, noticias de ausentes, bodas concertadas, queridas traicioneras, crítica de trapos y moños, la mar y sus arenas, el vestido de la actriz, la corbata del actor, las chungas de un “enfant” terrible con la damita joven.

En los entreactos un bulle, la tertulia del palco, el corro del pasillo, el paseo de noria que recuerda el cuadro de modas de las actualidades Pathé y Gaumont. Avisa el timbre y los canjilones siguen impávidos paseando, para que, empezados de nuevo los actos, sea imposible enterarse de las primeras escenas, por la vuelta de la pollería y las sendas mamás a los respectivos sitios. Un encanto de sociedad que menosprecia con buen tono el arte, los intérpretes, el mutuo respeto sacrificado al chic que, por lo visto, impone, con apariencias modosas, una absoluta carencia de educación. Esta sociedad acude a los teatros en tales días para demostrar que las rentas consienten el abono, los vestidos variados, las joyas de precio. En el escaparate se ofrecen bellezas y gallardías, cintas y colgajos, ambiciones y pretendientes. Coqueterías, seducciones, devaneos, y novias.

Cuando de esta sociedad se escribe, acude un tópico necio, menos torpe que falso y más que ambas cosas injusto, pues que la moteja de mejor y selecta. Una selección resultante en contaduría para los efectos del abono, pero sin pizca de meollo, sociedad aparatosa, superficial, incorrecta, que sabe ocultar la grosería entre apariencias de elegancia y buenos modales. Sociedad que va al teatro en días de moda como acude a las carreras. La hinchada vanidad y el necio orgullo por montera, mostrándose huérfanos de educación cívica en estos feriales que en los carteles de teatro aparecen con el aparatoso título de “Dia de Moda”.

 

Article escrit per Andreu Nin el dia 5 de juliol del 1914.

 

Nin que era un amant i excel·lent crític teatral, no suportava segons quines actituds tenia la gent -sempre de la “bona societat”- quan anava al teatre, en el que s’anomenà dies de moda. Aquests dies  que normalment eren els dimarts i divendres a més de pagar les entrades a un preu més elevat s’havia de patir totes les mancances d’educació cívica  que mostraven la majoria dels assistents.   Per sort avui al teatre no hi ha “dies de moda” i la conducta social, en els terrenys de la musa Talia, està clar que han millorat, malgrat les males experiències del teatre amb la telefonia mòbil!



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