BARCELONA CIUDAD SUCIA!

 “Barcelona -dice uno de nuestros colegas- es una de las poblaciones más sucias de España.”

Nosotros no tenemos nada que oponer a esta terrible y dolorosa afirmación; pero es preciso explicar bien esa suciedad para ver si podemos acabar con ella. En parte tienen razón los que atribuyen la suciedad de las calles a la escasez de personal que se dedique a la ruda tarea de limpiar la vía pública; pero la falta en sí, no es de los pocos que limpian, sino de los muchos que ensucian.

Para nuestros amables vecinos, para los buenos transeúntes, la calle no tiene ninguna significación en el orden de sus ideas; para ellos la calle es una especie de estercolero a donde se pueden arrojar impunemente todas las inmundicias.

-¿Dónde pondremos estos trapos viejos, estos papeles sucios, estos vidrios rotos? -pregunta la hija a la madre, el aprendiz al maestro o la criada a la señora.

-Tírelos a la calle.

Y la calle recibe a todas horas del día y de la noche una verdadera nube de inmundicia, ostentando siempre apariencia de un estercolero.

Hay algunos comerciantes que gastan bastante dinero en ensuciar las calles con el pretexto de anunciar los productos de sus establecimientos. Los cuatrocientos mil prospectos que tales industriales hacen distribuir diariamente en la via pública sirven únicamente para que las calles aparezcan a nuestros ojos un poco más sucias. Nadie lee la pequeña cuartilla que le coloca en la mano, casi a viva fuerza, el tenaz repartidor de anuncios. La toma por cortesía, y cinco pasos más allá la arroja al suelo desdeñosamente; teniendo la seguridad de que lo que hay escrito en el pequeño pedazo de papel no le interesa. A pesar de esto los comerciantes no se cansan de imprimir nuevos prospectos; diríase que lo hacen ya con el solo y exclusivo objeto de ensuciar el arroyo y causar una molestia más a los transeúntes.

Hay países en donde las calles están limpias, pero es que allí los ciudadanos tienen unos hábitos que no tienen los ciudadanos españoles.

En los países donde las calles están limpias es porque los ciudadanos saben perfectamente que la calle es un lugar respetable y que todo el mundo está obligado a mantener en ella el orden, a evitar que se convierta en un depósito de inmundicia.

Aquí, pensando en las buenas costumbres de los ciudadanos de otros países, se colocaron en algunos sitios, en muy pocos, cajas de alambre para que en ellas depositaran los transeúntes los papeles y objetos que arrojan al suelo sin preocupación de ninguna especie. La medida, que tenía el aire de un discreto llamamiento a la buena educación cívica de los ciudadanos no ha servido de nada. Los ciudadanos miran las cajas consabidas: sonríen despectivamente y arrojan al suelo la caja de fósforos vacía, el periódico que acaban de leer o cualquier otro objeto inútil, del cual necesitan desprenderse. Luego, cuando en una reunión se habla de la suciedad de Barcelona, estos mismos señores que contribuyen en la escasa medida de sus fuerzas a dar a la vía pública el aspecto de un estercolero, dicen con desesperación que este no es un país civilizado.

 

Article  escrit per Andreu Nin el 17 de juliol de 1914.

 

Els aspectes ciutadans eren també una constant en alguns dels escrits d’Andreu Nin. Com ell diu, i encara avui passa, el problema de la neteja en les ciutats i les viles no és només un problema de recursos -que també- sinó que el que cal es cambiar les actituds dels ciutadans i en aixó es probable que haguem empitjorat, més que anar a millor.

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